Iron Maiden y sus mejores canciones con historia. Parte II

Tras un par de semanitas de descanso y un concierto (de Maiden) en el cuerpo, volvemos a la carga con este especial repaso a las mejores canciones con historia de Iron Maiden. Aunque igualmente podríamos titularlo ‘Las mejores historias contadas por las canciones de Iron Maiden‘. Da igual. Tanto monta, monta tanto. Se me entiende, ¿verdad?.

La capacidad compositiva de Iron Maiden es tan prolífica y su aprecio por la historia tan grande, que no solo iban a quedarse en las canciones recogidas en la primera parte de este especial. Hay más. Muchas más. Pero nosotros por ahora vamos a seguir siendo fieles al numero 3, por lo que os volvemos a traer tres de las canciones más conocidas de la banda, pero que narran en sus letras historias no tan populares para el gran público. Comenzamos.

2 Minutes to Midnight – Powerslave 1984

Compuesta por Adrian Smith y Bruce Dickinson, es una clara referencia al Reloj del Apocalipsis o del Juicio Final. Se trata de un reloj simbólico usado desde 1947 por el ‘Bulletin of the Atomic Scientists‘ (Boletín de Científicos Atómicos) de la Universidad de Chicago. Este reloj hace uso de la analogía de la especie humana estando siempre ‘a minutos de la medianoche‘, donde la llegada de la medianoche representa la destrucción total y catastrófica del mundo, y por ende de la Humanidad tal y como la conocemos.

Este reloj, diseñado por la artista Martyl Langsdorf (esposa del físico del Proyecto Manhattan, Alexander Langsdorf), partía en 1947 a 7 minutos de la medianoche, pero en 1953, fecha en la cual se centra la canción, el reloj se situó a tan solo 2 minutos del Apocalipsis. El motivo de esa aproximación de vértigo a la medianoche fueron las distintas pruebas y ensayos que Estados Unidos y la URSS realizaron con la Bomba de Hidrógeno en un breve espacio de nueve meses.

Al comienzo esta analogía hacía referencia al peligro de guerra nuclear a nivel global, todo ello producto de la enorme tensión que generaba la Guerra Fría entre las dos potencias mundiales de aquel entonces. Con el paso del tiempo y la evolución de la civilización, esta ‘cuenta atrás‘ también incluye toda amenaza de daño irreparable al planeta que pueda venir como consecuencia de un cambio climático o una evolución incontrolada en la tecnología y la ciencia.

La finalización de la Guerra Fría supuso el mayor alejamiento hasta la fecha de la medianoche, ya que la manecilla del minutero se situó a 17 minutos, pero por desgracia en este año 2018 y tras un paulatino acercamiento, se ha vuelto a posicionar a 2 minutos de la medianoche, y sus razones hay. Poca broma, amigos.

The Trooper – Piece of Mind 1983

Esta canción nos narra importantes hechos de armas para la historia militar. Hace referencia principalmente a una desgraciada acción dentro de una batalla y en el entorno de una guerra. La canción, escrita por Steve Harris, está inspirada en el poema de Lord Alfred Tennyson, ‘La Carga de la Caballería Ligera‘, y representa de una forma magistral el fatídico galope de la caballería mediante el rítmico sonido de guitarras y bajos. He aquí la acción, que dentro de la Batalla de Balaclava, forjó leyendas y loores durante La Guerra de Crimea en 1854.

Mal asunto cuando alguien pretende romper el ‘status quo‘ continental. Mal negocio cuando un imperio, al ver flaquear a otro y  llevado por la codicia y las ansias expansionistas, desoye las recomendaciones internacionales. Y claro, pasa lo que tiene que pasar, que los más directamente afectados por este movimiento ‘non grato‘ de una potencia, suelen recurrir a las otras grandes potencias en busca de ayuda, si es que estas no la hubieran iniciado ya de ‘motu proprio‘. Si a todo esto le añadimos además el componente religioso, hace que el conflicto bélico sea ineludible. Con estas cinco líneas podemos, en una reducción a lo absurdo, resumir el germen y origen de la mayor parte de conflictos armados en Europa durante los dos últimos siglos, y la Guerra de Crimea, no iba a ser una excepción.

El Imperio Ruso detectó la debilidad del Imperio Otomano, en clara decadencia merced a una serie de disputas internas que impedía su desarrollo y modernización. Atisbada esa flaqueza, los rusos se apoderaron de las provincias del norte del Mar Negro, y entre ellas, Crimea. No contentos con esto, y con el objetivo en mente de asumir la protección de los cristianos ortodoxos de las provincias otomanas en Europa, penetraron en los principados danubianos de Moldavia y Valaquia (actual Rumanía) mediante enfrentamientos en el Cáucaso y el Delta del Danubio. La negativa rusa a abandonarlos y la debilidad cada vez más palpable de los otomanos, hicieron que franceses y británicos, temerosos de que el Imperio otomano quedara como vasallo del ruso, entraran en el conflicto.

Temiendo que incluso el Imperio austriaco tomara partida en su contra, el zar ruso Nicolas I abandonó los Balcanes en 1854. Francia y Reino Unido, con la intención de evitar futuros nuevos ostigamientos a los otomanos, decidieron atacar a la línea de flotación (nunca mejor dicho) rusa: su flota del Mar Negro fondeada en la base de Sebastopol. Es en torno a estas batallas de cerco y aproximación a la base de unos e intento de ruptura del cerco y liberación de otros, cuando se produce la Batalla de Balaclava y la famosa carga de caballería que da contenido a ‘The Trooper‘.

La carga se produjo cuando se ordenó a toda la División de Caballería (al mando de lord Lucan) que cargara de frente sobre una posición de artillería rusa situada al final de un valle de aproximadamente 1,5 km de profundidad, protegida en las faldas de las colinas que conformaban el valle por baterías de artillería. Al poco de iniciarse la carga, la Brigada Pesada, que marchaba en retaguardia, abortó el ataque por decisión lord Lucan, ante lo irrealizable de la empresa. No obstante, la Brigada Ligera al mando lord Cardigan (enemigo declarado de Lucan) avanzó decidida sin cuestionarse las órdenes recibidas. La Brigada Ligera no volvió en ese instante, y cuando lo hizo, ya no era una brigada y había sido masacrada. Durante la cabalgada la Brigada quedó tan expuesta al fuego cruzado de los cañones que las bajas producidas fueron terribles en hombres y caballos.

Este fatídico error, que aun hoy día no ha quedado del todo esclarecido, llevó a los aliados a perder la batalla, pero no la guerra, a pesar de que el sentimiento de pérdida y humillación que recoge la canción haga pensar lo contrario.

 

Run to the Hills – The Number of the Beast 1982

Esta canción es otro de los grandes éxitos del grupo basado en trascendentales acontecimientos de la historia que han marcado el devenir de la humanidad. Compuesta por Steve Harris, supuso el single de debut del gran Bruce Dickinson como ‘frontman’ de la banda. Al mismo tiempo, marcó un punto de inflexión que hizo que la banda, gran promesa del heavy metal por aquel entonces, comenzase a convertirse en el gigante que es hoy en día.

La canción, con un alto componente educativo, aborda sin complejos ni paños calientes el tema de la conquista de los indígenas norteamericanos por parte de los colonos ingleses. Del honor y de la guerra para la salvaguarda de la libertad y del derecho a vivir como hombres en la tierra que sustenta sus raíces.

Desde el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, la práctica totalidad de las potencias europeas se lanzaron vorazmente a la colonización y explotación de Norteamérica, y entre ellas, por supuesto, Inglaterra. Hay importantes incursiones y movimientos previos, como la toma de California por parte de Francis Drake en nombre de Isabel I en 1577, la colonia fundada por Walter Raleigh al norte de Florida a la que llamó Virginia también en honor a la monarca (pasaba por ser virgen) en 1583, o la fundación en 1606 de Jamestown, primer asentamiento permanente de los ingleses en el continente (y supuesto lugar del romance entre el capitán Jonh Smith y la princesa Pocahontas). Pero no es hasta 1620 con la partida del Mayflower y sus 102 puritanos peregrinos desde el puerto de Southamptom, cuando se inicia la verdadera colonización y origen de las 13 colonias que supondrían, tras una Guerra de Independencia, el origen de los actuales Estados Unidos.

Estos peregrinos fueron bien recibidos por los nativos, quienes les enseñaron a pescar, a preparar los alimentos de la región, a cazar, a sembrar el maíz… En definitiva les enseñaron a sobrevivir en esas tierras estériles y que en el invierno quedaban sepultadas bajo gruesas capas de nieve. A pesar de esto, en 1637, el capitán John Mason junto con un grupo armado de puritanos de Nueva Inglaterra, iniciaba unas hostilidades gracias «a la Divina Providencia» que ya no pararían.

Fue la primera guerra emprendida por los puritanos contra los nativos americanos, quienes, para sobrevivir, hasta 1898, libraron contra los blancos 108 guerras… Y las perdieron todas.

El pasado mítico anglosajón fue exaltado hasta el delirio por los ingleses en América, para demostrar que provenían de la raza germana procedente de la India (cuna de la humanidad), que habiéndose conservado pura y primitiva, llegó a los bosques germánicos para dominar al Imperio romano y sojuzgar después al mundo. No a barbarizar, sino a civilizar, a remodelar la sociedad humana.

La llegada de los europeos al Nuevo Mundo no supuso un buen trago para las poblaciones indígenas, que en escasamente 300 años (1600-1900) pasaron de una población de 1.000.000 a 230.000 habitantes en la zona hoy comprendida por Estados Unidos.